miércoles, septiembre 28, 2005

¿Cinematografía?



Comandante Storni

No sé si tenga sentido contarlo; se trata de hechos y de circunstancias más bien triviales: parece que es mucho lo que se ha escrito en torno a las posibles peripecias –a las peripecias posibles– de la humana sexualidad.
Pero la verdad es que yo quiero, al respecto, contar relatos –y, claro, relatar cuentos– imposibles de ser convertidos en cine ni en cinematografía.
¿Qué fue exactamente lo que me calentó de ella? La verdad ha de ser dicha: me formulo tal interrogante porque a mí me ha costado dirimir con ellas. Pocas saben –y quizás si lo hayan contado– que yo fracasé estruendosamente con ellas.
¿Odio a mi madre? No pocas veces lo pensé:
–¿Qué se le va a hacer si tú eres solo? –me dijo uno de esos tantos días de antaño.
Y yo no supe qué contestarle (la verdad es que pocas veces he sabido contestar; sin embargo, ahora sí lo sé, lo cual rubrica mi enfermizo optimismo de escritor). Pero empecé a odiar aquello: la omnipresencia materna en aquellos días de antaño.
Pero botemos lo accesorio: no sirve. Lo que sirve es el yo, delirio de muchos.
Tiene sentido contarlo. Y no se podrá convertir en una película cinematográfica aun cuando casi todo haya ocurrido en el hotel Chapelco –allí en la muy exacta intersección de las calles Cruz y Portales (en la intersección suroriente) de Temuco.
El novelesco autor de estas líneas no podrá ser identificado desde la cinematografía por la muy escueta razón de que es demasiado novelesco: no existe. Pero lo objetivamente importante es que desea fervientemente existir.
Yo quiero poseerla a ella. Ya no tengo demasiado que imaginármela porque ya sé de ella que tiene un enigmático –de significación oscura y misteriosa y muy difícil de penetrar– tatuaje en uno de sus senos: en el del lado derecho.
El del lado derecho de su escotada camiseta deportiva que dice –de derecha a izquierda– Soy tu Diosa.
¿Cinematografía?

2 comentarios:

Fontana dijo...

¿Podrías dar otro dato, Aníbal?
Desde que leí esto le he bajado el escote a 17 y ninguna tenía el tatuaje.

Anónimo dijo...

Esa mujer sí lo tenía; estoy seguro